Julia Alvarez Iguña

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Psicología On Line

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Psicología de Deportes

Psicología aplicada al Golf

Deporte y alcohol una mala combinación.

sábado, 24 de abril de 2010

“El sabor del encuentro, o un encuentro sin sabor “

La palabra adicción proviene del latín “addictus”, término referido a la antigua tradición por la cual un individuo era dado en esclavitud. Como costumbre y al finalizar una guerra, los romanos hacían una subasta donde regalaban esclavos a los soldados que se habían distinguido en el combate.
También encontramos otra definición más próxima al psicoanálisis donde adicto proviene de “a-dicción”, sin-palabras, quien no ha podido poner en palabras sus afectos recurriendo al efecto alienante de la droga como vía de escape en un hacer más que en un decir.
Desde estas definiciones podemos establecer que adicción remite a un estado de esclavitud de aquel sin palabras. El objeto adictivo, el amo, es a quien se le otorgan cualidades benéficas refiriéndose a una esclavitud, es decir, un vínculo opresivo donde para sentirse bien se ha esclavizado a ese objeto.
En su fantasía cree perseguir un objeto bueno que le procura placer facilitando la descarga rápida de cualquier tensión psíquica, ya se trate de estados de excitación o placer.

Muchas veces no es necesario un desborde emocional para recurrir a la droga. Algunos ni siquiera saben si están alegres o tristes ya que no pueden expresar sus emociones.
Bajo algunas circunstancias y ante la imposibilidad de poder elaborar conflictos, el ser humano tiende a comer, beber, fumar más que de costumbre, o tomar remedios para aplacar la situación intolerable. Pero esto se vuelve patógeno, cuando es la única vía de escape para contener el dolor, la angustia, la desinhibición, la soledad.
Cuando una persona consume, no está consumiendo una sustancia sino un espacio imaginario de posibilidades creyendo que con eso se lo obtiene.
Hay rasgos comunes que los distinguen: dificultad para tolerar la frustración, impulsividad, baja autoestima por tener expectativas desmedidas de sí mismas y un vacío emocional que se intenta encubrir y llenar de cualquier manera.

Los cambios y nuevos valores culturales han influido en la constitución de la identidad y de la subjetividad del hombre actual. Allí donde el niño apuntaba a obtener placer y provocaba conflictos por las prohibiciones de los padres, ahora son muchos los que buscan el efecto de la estimulación a través de la acción, la compra desenfrenada y la adicción para aliviar la soledad, para llenar un vacío emocional de normas y valores ausentes.
Esto coincide con el estilo de vida propio de las sociedades modernas, en donde todo se debe satisfacer rápido y sin importar cuánto dure; la "cultura de lo descartable" y del "llame ya".

El alcohol es la droga social de mayor popularidad. Tiene gran aceptación y está asociada con el éxito, el poder, la fama. Como es esperable, el mayor consumo se produce los fines de semana, y el propósito más o menos generalizado consiste en disfrutar de la borrachera por los efectos inhibitorios que posee para poder descontrolarse. Así muchos chicos toman para animarse a encarar a una chica o para sentirse poderosos y viriles. Todas éstas son conductas transgresivas típicas una edad en que sienten no poder ejercer si están sobrios. Estas actitudes no están solas sino que se presentan alentadas por el marketing y la publicidad.

Durante los años 90 las grandes empresas comercializadoras de bebidas alcohólicas, sobre todo las de cerveza, supieron aprovechar un campo libre de control estatal y apuntar a los jóvenes para hacer crecer su negocio, situación que la sociedad en su conjunto supo tolerar. Hoy en día casi la totalidad de la publicidad de estas marcas une el consumo con la clave del éxito y la juventud.
Con buenos comerciales generan un efecto alienante para que la juventud las imite, las iguale y la sostenga. Algunas frases lo señalan claramente “el sabor del encuentro”; “lo que importa es la cerveza”; “el que sabe, sabe”; “Quilmes: el sponsor oficial de los Pumas”. Se pertenece a un grupo según qué cerveza se tome.
Para el grupo es necesaria ya que ayuda a la desinhibición donde todo vale. Hasta en la camiseta de algunos clubes se lee “Budweiser”. Ese es el mensaje actual del deporte. Como es social no aparece como droga. La droga viene a hablar de otras cosas. “Lo atrapó la droga”, apunta un mensaje de terror que se trata de desmentir continuamente.
Todos toman pero a nadie le gusta ver un borracho. Pero el terror esta ahí y no los hace cambiar o mirar para otro lado, para no confrontarse con esa imagen borroneada en el espejo, quedándose más pegados a su objeto esclavizante de placer: el alcohol. Lo peor de todo es que si ésto pasa en el ambiente del deporte que es símbolo de SALUD!!!!, imaginemos lo que pasa fuera de él sin la contención de las redes sociales que provee,

Hablando de algunos deportes, como por ejemplo el rugby, años atrás contaba con toda una tradición resaltando el tercer tiempo. Se sabía ganar y también se sabía perder.
Hoy en día, salvo algunos clubes que han sabido conservar su tradición, el objetivo del “legendario Tercer Tiempo”, ya no es la continuidad del partido donde se configuraban las agresiones en nuevas amistades, en un poder compartir con el ganador y el perdedor un momento de alegría y de comunicación.
Para la unión es necesaria la cerveza, es el encuentro que ayuda al desencuentro, a la desinhibición, donde todo vale. La comunicación es arriesgada, pues tiende a desenmascarar, traicionar y ocultar las contradicciones de lo que soy y lo que quiero ser.

Si el deporte es salud, si es tan difícil y sacrificado poder pertenecer a los mejores clubs de rugby, los duros entrenamientos durante la semana y el sexto día reventarse la cabeza con alcohol, es muy difícil poder llegar a un razonamiento lógico sobre lo que está pasando. La falta de valoración de sus vidas, la incapacidad de conectarse con la realidad y el peligro, la falta de objetivos e ideales concretos, la destrucción de una generación entera bajo la mirada perversa y distraída de la sociedad. Algo está pasando, y dentro de ese “algo”, el alcohol, una de las bebidas más usadas por la juventud, es el reflejo y la manera de manifestar al mundo su apatía y su desorientación.

Lic Julia ALvarez Iguña

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