
La autoestima es una de las capacidades más importantes a desarrollar para poder actuar desde una base segura y de confianza en las distintas actividades de la vida cotidiana.
La psicología no sólo centra sus esfuerzos en su desarrollo, sino también en su prevención por medio de orientaciones a padres y educadores para ayudar a desarrollar conductas de seguridad y autosuficiencia en nuestros hijos.
La autoestima no es un talento, tampoco es un don, es algo que se aprende, cambia y mejora a lo largo de toda la vida. Es la experiencia formada por mensajes e imágenes físicas, psicológicas y sociales que nos hicieron sentir valiosos e importantes, dignos de respeto y consideración, competentes a la hora de enfrentar conflictos o superar adversidades.
También está influida por los ideales a los que se espera llegar. Cuando el amor propio es fuerte, no se deja influir por los demás. Buscará imprimir una dirección en su vida. Al ir cumpliendo cada pequeño objetivo impuesto, y ver que uno realmente puede, este mecanismo irá acrecentando la confianza en uno mismo y, por ende se sumaran nuevos objetivos, ya que la confianza en uno mismo lo confirma.
Desde que somos bebés necesitamos la presencia de nuestros padres para calmarnos y encontrar una vivencia placentera. Estas huellas psíquicas constituyen una experiencia de satisfacción que intentaremos re-encontrar a lo largo de nuestra vida.
Pero cuando esas personas no logran proporcionar esa gratificación buscada, se origina una ausencia que se tratará de suplir por medio de la eterna búsqueda de reconocimiento en el otro, ante aquello que no se dio.
John Bowly, famoso psicoanalista inglés, sostiene que el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) es el que le proporciona la indispensable seguridad psíquica para un buen desarrollo de su personalidad. Nuestra percepción del mundo exterior puede ser un lugar seguro o peligroso. Cuando el bebé comienza a caminar y a explorar nuevos territorios, sabe que ante cualquier peligro puede retornar a la base de seguridad que es su madre. Aprende a confiar en la vida y a confiar en sí mismo, ya que se encuentra presente o internalizada una madre que primeramente confió y cuidó de él, experimentándose a sí mismo, como alguien digno de cariño y de respeto.

Las heridas tempranas sin elaboración, forman una huella psíquica muchas veces difícil de superar. Si una persona crece vulnerable a las críticas y a la humillación de los demás, en su poca autovalía, comenzará a creer más en ellos que en sus propias creencias.
El entrenador es una persona clave en todo equipo. Los vínculos y lazos afectivos son los que van a determinar un buen nivel de comunicación y por lo tanto de rendimiento.

Alguien con una buena autoestima no sale a competir con el otro, ya que él mismo se siente competente, esperando el éxito pues reconoce sus logros y su esfuerzo. Expresa sus ideas con claridad y firmeza, no envidia ya que está centrado en sus valores personales,y no está pendiente de las cualidades del otro, se juega por sus principios, no pierde tiempo ante una falta, sigue adelante sin tener que dar explicaciones, sabe hacerse respetar, respeta y escucha a los demás.

Recuerda que siempre vas a actuar según te piensas, si logras cambiar tus creencias se producirá un cambio en tus acciones. El pasado continuamente está presente, no lo podemos cambiar. Parodiando a Shakespeare, “ser o no ser” víctima es nuestra decisión, pero aprender a auto valorarse, y asumir la responsabilidad del cambio es tarea de cada uno de nosotros. No entregues ni delegues el poder al otro. Acepta las cosas como parte de un proceso. Muchas veces nos equivocamos y nos equivocaremos, pero depende de tu capacidad de volver a retomar el juego de tu vida y no cederlo a nadie. Salí a jugar y a estrenar tu nueva imagen. No sigas perdiendo.

Para ir pensando como padres:
Ejemplo. Un niño esta jugando con su juguete nuevo, el cual ante cierta maniobra se rompe. El niño estalla en lágrimas. El padre puede reaccionar:
a)“No vez que todo lo rompes”, “Si te lo acabo de comprar”, bueno no llores más, vamos a comprar otro.
b)“Bueno, no importa. Vení que yo te ayudo y tratamos de arreglarlo juntos”.
En esta situación vemos claramente la capacidad del padre de poder enseñar a reparar y solucionar una situación con el menor costo emocional, por medio de una nueva construcción donde se internaliza una conducta, sin tener que pasar por una situación de pérdida y, por otro lado, evitando asimismo romper el vínculo de la comunicación.
Cuando el niño se transforme en adulto, tendrá esa misma capacidad de responder ante un problema sabiendo que él puede hacerlo ya que antes hubo otra persona que le enseñó y lo pudo hacer por él y junto a él.
2 comentarios:
quererse a uno mismo-a es lo mas importante ,porque si no nos queremos ¿quien nos va a querer ?
31 de enero de 2015, 16:55poeque ? aguantamos que nos menosprecien y encima me hago dependiente
31 de enero de 2015, 16:56Publicar un comentario