Julia Alvarez Iguña

Julia Alvarez Iguña

Psicología On Line

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j.iguna@hotmail.com

Psicología de Deportes

Psicología aplicada al Golf

DEPORTE: agresión y violencia

domingo, 25 de abril de 2010


El deporte es una producción de la cultura, donde se sitúa la psicología estudiando la conducta del sujeto "en situación deportiva".
Mi objetivo ha sido poder resaltar el crecimiento de la violencia en el deporte, y creo que todos desde una perspectiva multiprofesional podemos hacer algo para enfrentarnos a ella: sociólogos, profesores, educadores, entrenadores, psicólogos, deportistas, profesionales de la comunicación. Pensemos y trabajemos en la posibilidad de que esta tendencia agresiva innata del ser humano abandone sus fines destructivos y se ponga al servicio del progreso del deporte, de sus valores, de su cultura.

Afirmamos que hay una fuerza interior en el ser humano denominada pulsión, una válvula de escape necesaria que permite descargar toda la agresividad que la cultura o el deporte permite dentro de sus normas, su fair-play, en el intento de dominar al otro. Es una energía que parte de un amor a sí mismo queriendo defender y resguardar el bien más preciado: el honor y la victoria. Esto sería difícil de lograr sin los límites de la cultura y el deporte, ya que sin ellos sería una batalla de todos contra todos.
Podemos establecer la diferencia entre los conceptos de agresividad y agresión.
La agresividad es una posición del Yo, está más relacionada a la pasión; la agresión es una conducta visible, valuable, cuantificable.

En el deporte poseemos una actitud agresiva, sublimada, donde la energía es desviada hacia una meta que es buena en sí misma: hacer un gol, un try, definir un partido donde el otro no es un enemigo como en la guerra, sino que es un adversario que compite en un juego por un sano resultado.
Pero en ciertas situaciones de mucha presión, la agresividad puede desviarse de su meta y canalizarse por otros violentos caminos en donde, ante la imposibilidad de tolerar un problema, un error, se descarga masivamente por la vía motora o la verbal.
Sadismo y masoquismo pueden ser explicados como dos grandes destinos de la agresividad en el hombre. Pueden estar orientada al exterior como sadismo en el afán de hacer sufrir al otro; o, hacia el propio Yo, bajo la forma de masoquismo donde me encuentro dominado y sometido.

Las posiciones y el poder se intercambian durante un partido en la predominancia de un jugador o equipo sobre el otro. Esto es tan válido para el que lo practica como para el que lo contempla, ya que el espectador también se identifica con una de las partes y recrea esa batalla en parte erótica, en parte agresiva.
Si nuestra innata agresividad no está bien trabajada, sublimada, si no podemos respetar las pequeñas diferencias del otro, nos identificamos según la parte sádica de hacer sufrir y gozar al otro por medio de cánticos agraviantes.
En el deporte encontramos una continua existencia de uniones y desuniones, donde se crea y se destruye. No olvidemos que representa los dramas cotidianos que sufren las personas, sus conflictos, sus amenazas y sus presiones. Por eso es tan válido el dicho “uno juega de acuerdo a como vive”, acentuando la vida como una continua competencia en compartir, agredir o sufrir.

Un ejemplo claro de violencia y destrucción es la que se manifiesta en ciertos espectáculos de fútbol con sus desenfrenadas hinchadas ante una agresividad no contenida, con el único fin de destruir y “desconocer” al otro confundiendo a los simpatizantes rivales como enemigos imaginarios.
Los peores cantos e insultos hostiles pueden ser escuchados en un partido donde el jugador debe realizar ejercicios de gran concentración para incrementar el rendimiento sin perturbarse mentalmente. El hincha, frustrado por el carácter poco operante de su equipo, reacciona a veces con una violencia inusitada tomando como "chivo emisario" a su jugador o al DT favorito puesto en el lugar del “ídolo”, cuya fantaseada función consiste en asumir y gratificar las aspiraciones del ego colectivo. Cuanta mayor es la coincidencia entre estas aspiraciones y el sujeto-ídolo más intensa es la adhesión que despierta. Si se llega a producir el más mínimo desajuste entre el rol adjudicado y el asumido, la idolatría muestra su reverso en una tremenda hostilidad.

En nuestro tiempo y ante la intensa crisis de no representatividad política y social, de falta de liderazgo, de padre, de ley, este lugar ha recaído sobre artistas y otros ídolos populares en quien “se depositó” esa función.
Cuando el capitalismo comenzó a organizarse como una gran masa artificial pudo hacerlo mediante un muy poderoso instrumento como la televisión, que se entromete sin permiso en la vida familiar. El objetivo lógico: el dominio de las masas. El instrumento central: la televisión. Uno de sus medios: el deporte.
Para el fútbol no hay negocio sin imagen, sin ruido. Se presentan personajes que miran y son mirados formando parte del espectáculo. Cuanto más piñas, más imagen, más patología.
El poder participar de una hinchada tiene sus códigos propios y no cualquiera puede pertenecer entrando en el territorio de la identidad. No hay nadie como nosotros. Lo ajeno es lo que no puede ser representado, es ese algo que no se entiende, que no es parte de mí, no es, por tanto lo maltrato, le pego, lo mato. Los cantos son emblemas y su liturgia es el bombo, la bandera y la camiseta. No alcanza con la agresión verbal donde un simple insulto es un botellazo, una trompada descargada en el otro a quien no se registra, donde no se reconoce a aquel diferente a mí, implícito en los cantos o expresiones “no existís”, y que se refiere a un “no existís de veras”.

El deporte está formado por grupos, por personas que desempeñan roles recíprocos dentro de un equipo o institución, con una forma y estructura durable, actuando de acuerdo a normas, valores y fines dirigidos hacia el bien.
En cuanto lleguemos al convencimiento de que en los deportes el adversario es al mismo tiempo un compañero a quien se debe respetar, recién comprenderemos perfectamente cuál es la moral que el deporte debe promover para mantenerse dentro de lo que el juego significa: creatividad, diversión, respeto y por que no espectáculo.

VIGOREXIA: La obsesión por el músculo

sábado, 24 de abril de 2010


Este trastorno fue descubierto por el psiquiatra H.G. Pope en 1993, quien define la vigorexia “como un desorden emocional consistente en la percepción distorsionada de las características físicas, de modo similar a como sucede con la anorexia, pero a la inversa, pues mientras que la anoréxica asocia belleza a delgadez, en este caso se asocia belleza a cantidad de masa muscular”. Debido a su reciente aparición, aún no ha sido reconocido como enfermedad por la mayoría de la comunidad médica internacional.
La vigorexia, conocida también como dismorfia corporal, es un trastorno psíquico que afecta generalmente a los hombres que poseen una obsesión por alcanzar una voluminosa musculatura. Generalmente poseen figuras idealizadas como Rambo, Iván Drago, Ricardo Fort, Schwarzenegger, modelos a los cuales se quieren parecer.

Este trastorno está relacionado a los componentes socioculturales de una sociedad donde el culto a la imagen cobra un prestigio sobresaliente. Tanto la anorexia como la vigorexia forman parte de los denominados “Trastornos de Imagen” donde a pesar de que el cuerpo alcanza dimensiones voluminosas, el vigoréxico al mirarse en el espejo, se ve como algo pequeño, frágil y débil, devolución especular producida por el síntoma de su realidad psíquica. Son personas de baja autoestima que desplazan sobre el cuerpo la fortaleza perdida de su “ser”. Esta compensación los hace sentir poderosos, fuertes, centro de miradas que proveen un sostén del ser bajo una disfrazada seguridad relacionada al éxito y al poder.

Es una manera de buscar en el cuerpo lo vacío de su estima. En este sentido podemos pensar en un falso self -un falso Yo- una coraza o armadura representada por el cuerpo musculoso que desea ocultar el verdadero self –verdadero Yo- el cual se encuentra contenido y escondido bajo sus enormes músculos. Ante su débil identidad, al no sentir un Yo cohesionado, aparece esta reformación del cuerpo que en su fantasía lo hace ser diferente (¿potente, fuerte, exitoso?), dotándolo de una identidad propia.
Son personas que pasan horas en el gimnasio buscando una sensación de placer, ya que para poder soportar el dolor se requiere una considerable cantidad de endorfinas, las que se obtienen por medio del ejercicio prolongado e intenso generando una adicción a esta sustancia.

¿Cúales son sus síntomas?

Distorsión de la imagen corporal.
Obsesión por un cuerpo musculoso.
Femifobia (temor a la pérdida muscular).
Baja autoestima.
Constante competencia, (¿quién está más fuerte, más musculoso?) entre los compañeros.
Entrenamiento con dedicación compulsiva y casi exclusiva.
Adicción a utilizar la balanza para controlar el peso.
Tendencia a la automedicación ya que evita ir a especialistas.
Necesidad de lograr el Ideal personal de belleza física.
Necesidad de despertar deseo o envidia, ansiedad compensada con entrenamiento.
Sienten depresión, ansiedad, culpa y mal humor cuando no puede asistir a entrenar, debido al incremento de endorfinas.
Suelen pasarse horas frente al espejo, obsesionándose con la alimentación y suplementos.

A estos síntomas se suma el trastorno de alimentación con una dieta poco equilibrada en donde las proteínas y carbohidratos son consumidos en exceso, mientras que la cantidad de lípidos se reduce. Esto puede ocasionar alteraciones metabólicas, con el consumo de esteroides, anabólicos, hormonas de crecimiento y demás productos relacionados al aumento de masa muscular.
Esta patología debe tratarse a nivel multidisciplinario -profesores de educación física, médicos, entrenadores, psicólogos, nutricionistas- centrados en mejorar la autoestima, la imagen corporal y la superación del miedo al error o fracaso. Asimismo, es imprescindible el apoyo familiar y amigos más cercanos.

El mayor problema es que no es fácil de diagnosticar ya que es un trastorno relativamente nuevo. Sin embargo, junto con la anorexia y la bulimia, esta enfermedad puede alcanzar importantes deterioros en los aspectos físicos y emocionales. Debemos pensar que el cuerpo es nuestro bien más preciado, y lo debemos saber cuidar y aceptar más allá de los cánones impuestos por esta falsa cultura a la imagen. Uno es por lo que es y no por el cuerpo que tiene.
Consulta a especialistas y no te sientas omnipotente donde todo lo sabés y todo lo podés.

Deporte y alcohol una mala combinación.

“El sabor del encuentro, o un encuentro sin sabor “

La palabra adicción proviene del latín “addictus”, término referido a la antigua tradición por la cual un individuo era dado en esclavitud. Como costumbre y al finalizar una guerra, los romanos hacían una subasta donde regalaban esclavos a los soldados que se habían distinguido en el combate.
También encontramos otra definición más próxima al psicoanálisis donde adicto proviene de “a-dicción”, sin-palabras, quien no ha podido poner en palabras sus afectos recurriendo al efecto alienante de la droga como vía de escape en un hacer más que en un decir.
Desde estas definiciones podemos establecer que adicción remite a un estado de esclavitud de aquel sin palabras. El objeto adictivo, el amo, es a quien se le otorgan cualidades benéficas refiriéndose a una esclavitud, es decir, un vínculo opresivo donde para sentirse bien se ha esclavizado a ese objeto.
En su fantasía cree perseguir un objeto bueno que le procura placer facilitando la descarga rápida de cualquier tensión psíquica, ya se trate de estados de excitación o placer.

Muchas veces no es necesario un desborde emocional para recurrir a la droga. Algunos ni siquiera saben si están alegres o tristes ya que no pueden expresar sus emociones.
Bajo algunas circunstancias y ante la imposibilidad de poder elaborar conflictos, el ser humano tiende a comer, beber, fumar más que de costumbre, o tomar remedios para aplacar la situación intolerable. Pero esto se vuelve patógeno, cuando es la única vía de escape para contener el dolor, la angustia, la desinhibición, la soledad.
Cuando una persona consume, no está consumiendo una sustancia sino un espacio imaginario de posibilidades creyendo que con eso se lo obtiene.
Hay rasgos comunes que los distinguen: dificultad para tolerar la frustración, impulsividad, baja autoestima por tener expectativas desmedidas de sí mismas y un vacío emocional que se intenta encubrir y llenar de cualquier manera.

Los cambios y nuevos valores culturales han influido en la constitución de la identidad y de la subjetividad del hombre actual. Allí donde el niño apuntaba a obtener placer y provocaba conflictos por las prohibiciones de los padres, ahora son muchos los que buscan el efecto de la estimulación a través de la acción, la compra desenfrenada y la adicción para aliviar la soledad, para llenar un vacío emocional de normas y valores ausentes.
Esto coincide con el estilo de vida propio de las sociedades modernas, en donde todo se debe satisfacer rápido y sin importar cuánto dure; la "cultura de lo descartable" y del "llame ya".

El alcohol es la droga social de mayor popularidad. Tiene gran aceptación y está asociada con el éxito, el poder, la fama. Como es esperable, el mayor consumo se produce los fines de semana, y el propósito más o menos generalizado consiste en disfrutar de la borrachera por los efectos inhibitorios que posee para poder descontrolarse. Así muchos chicos toman para animarse a encarar a una chica o para sentirse poderosos y viriles. Todas éstas son conductas transgresivas típicas una edad en que sienten no poder ejercer si están sobrios. Estas actitudes no están solas sino que se presentan alentadas por el marketing y la publicidad.

Durante los años 90 las grandes empresas comercializadoras de bebidas alcohólicas, sobre todo las de cerveza, supieron aprovechar un campo libre de control estatal y apuntar a los jóvenes para hacer crecer su negocio, situación que la sociedad en su conjunto supo tolerar. Hoy en día casi la totalidad de la publicidad de estas marcas une el consumo con la clave del éxito y la juventud.
Con buenos comerciales generan un efecto alienante para que la juventud las imite, las iguale y la sostenga. Algunas frases lo señalan claramente “el sabor del encuentro”; “lo que importa es la cerveza”; “el que sabe, sabe”; “Quilmes: el sponsor oficial de los Pumas”. Se pertenece a un grupo según qué cerveza se tome.
Para el grupo es necesaria ya que ayuda a la desinhibición donde todo vale. Hasta en la camiseta de algunos clubes se lee “Budweiser”. Ese es el mensaje actual del deporte. Como es social no aparece como droga. La droga viene a hablar de otras cosas. “Lo atrapó la droga”, apunta un mensaje de terror que se trata de desmentir continuamente.
Todos toman pero a nadie le gusta ver un borracho. Pero el terror esta ahí y no los hace cambiar o mirar para otro lado, para no confrontarse con esa imagen borroneada en el espejo, quedándose más pegados a su objeto esclavizante de placer: el alcohol. Lo peor de todo es que si ésto pasa en el ambiente del deporte que es símbolo de SALUD!!!!, imaginemos lo que pasa fuera de él sin la contención de las redes sociales que provee,

Hablando de algunos deportes, como por ejemplo el rugby, años atrás contaba con toda una tradición resaltando el tercer tiempo. Se sabía ganar y también se sabía perder.
Hoy en día, salvo algunos clubes que han sabido conservar su tradición, el objetivo del “legendario Tercer Tiempo”, ya no es la continuidad del partido donde se configuraban las agresiones en nuevas amistades, en un poder compartir con el ganador y el perdedor un momento de alegría y de comunicación.
Para la unión es necesaria la cerveza, es el encuentro que ayuda al desencuentro, a la desinhibición, donde todo vale. La comunicación es arriesgada, pues tiende a desenmascarar, traicionar y ocultar las contradicciones de lo que soy y lo que quiero ser.

Si el deporte es salud, si es tan difícil y sacrificado poder pertenecer a los mejores clubs de rugby, los duros entrenamientos durante la semana y el sexto día reventarse la cabeza con alcohol, es muy difícil poder llegar a un razonamiento lógico sobre lo que está pasando. La falta de valoración de sus vidas, la incapacidad de conectarse con la realidad y el peligro, la falta de objetivos e ideales concretos, la destrucción de una generación entera bajo la mirada perversa y distraída de la sociedad. Algo está pasando, y dentro de ese “algo”, el alcohol, una de las bebidas más usadas por la juventud, es el reflejo y la manera de manifestar al mundo su apatía y su desorientación.

Lic Julia ALvarez Iguña

Resiliencia: una manera de superar adversidades (video)

miércoles, 7 de abril de 2010


La resiliencia es la facultad o capacidad para desarrollar una resolución exitosa en circunstancias asociadas con situaciones límite, tensión y crisis dolorosas de la vida.Comprende la capacidad para realizar una adaptación o salida exitosa en situaciones adversas y, en su enfrentamiento, poder salir fortalecido y transformado por nuevos aprendizajes.
La palabra resiliencia tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio que significa volver atrás, volver de un salto, rebotar. El término fue adaptado a las ciencias sociales para nominar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos (Rutter, 1993).

Ante una crisis o suceso traumático las personas resilientes mantienen un equilibrio emocional estable lo que les permite poder afrontar el conflicto ya que permanecen centrados en la solución, no cayendo en estados depresivos y angustiantes que dificultan e inhiben la acción.
Lo que definiría a una persona en un resiliente estaría dado de acuerdo a su capacidad de poder enfrentar y afrontar esos dolorosos sucesos.

En el polo opuesto encontramos a las personas vulnerables, son las que poseen una tendencia al síntoma, al quiebre, a la enfermedad física o mental. Poseen un Yo débil para enfrentar los conflictos entre su mundo interno-externo y con defensas que fracasan en su intento.
Dentro del campo de la vulnerabilidad encontramos otra posición: “los vulnerables no sintomáticos”, son los que poseen una fuerte obediencia a los ideales dominantes de la cultura. Presentan factores de riesgo como ser ansiedad difusa , depresión esencial, poca capacidad para expresar sus sentimientos –alexitimia-, sobreadaptación –falso self-. Según el psicoanalista Rubén Zuckerfeld se trata de personas con armaduras de eficientismo e inmediatez frente a la adversidad, dominados por un “yo ideal” o un “ideal del yo” autodestructivo y no creativo. Esta tendencia construye sujetos que son más “buscadores de servicios” que “protagonistas de procesos”, donde se pone en juego la autoestima y la valía de su herido narcisismo.

Si bien en la resiliencia se encuentran carencias de base en los vínculos más tempranos, es algo que cualquier persona puede desarrollar y aprender mediante una buena adaptación interpersonal y social con su ambiente.

Nombramos como ejemplos de resiliencia a Ana Frank, pudiendo encontrar un espacio de crecimiento y desarrollo por medio de su diario escrito en duras circunstancias bajo la persecución nazis; Nelson Mandela quien luego de veintisiete años de cárcel luchó por la unión racial de Sudáfrica; Viktor Frank y su sufrimiento en los campos de concentración nazi convirtiéndose luego en un famoso neurólogo y psiquiatra, Tina Turner soportando la violencia física de su marido Ike; Ludwig van Beethoven afectado de sordera, etc. Personas que debieron pasar por situaciones críticas pero a pesar de ello, salieron adelante utilizando sus recursos personales pudiendo vivir de una manera positiva y sin rencor.
Más allá de estas famosas personas también encontramos a los no conocidos, a las personas de todos los días que deben soportar situaciones límite y que, sin embargo, no se pierden en su dolor y sufrimiento enfrentando los problemas y no hundiéndose en ellos.

El destino está en nuestras manos. El futuro se debe construir y en nosotros está la libertad y la responsabilidad de poder elegir aquello que nos haga crecer como personas humanas. Nada es regalado, y el futuro se construye día a día. Mañana seremos según elijamos hoy, según escribamos nuestra propia historia a pesar de la infinidad de adversidades que debamos afrontar. Esa es nuestra decisión.
Julia Alvarez Iguña

Bulliyng: agresión y maltrato entre pares (video)



El maltrato y agresión entre pares en el contexto escolar y social es un grave problema que exige información, reflexión y una intensa observación por parte de padres y educadores.
La palabra bullyng, la cual deriva del vocablo ingles bull (toro), es bien conocida y nombrada dentro de la psiquiatría de Estados Unidos, en tanto que en nuestro país, todavía no se ha instalado una nominación formal dentro de la sociedad, tomándose muchas veces el fenómeno como “cosas de chicos” sin saber las graves consecuencias que pueden producir en el niño o en el adolescente agredido.
El Bullying es el poderoso deseo por dominar al otro, al semejante, disfrutando con su desgracia aunque ésta sea auto-infligida. Representa las tendencias de dominio, de ejercer poder sobre el otro, de dominar el ambiente. Según Alfred Adler, famoso psiquiatra austríaco, se refirió sobre el tema como “la capacidad de un individuo para asumir poder sobre el otro, en una manera de esconder sentimientos de inferioridad nacidos en la primera infancia como modo compensatorio de adquirir la superioridad perdida y el doloroso sentimiento de desvalimiento”.

Este proceso se manifiesta juzgando a los demás de acuerdo a los aspectos físicos que no se ajustan al denominador común del grupo en cuestión, como ser, la pobreza, el flaco - gordo, la fealdad- belleza, los “nerds” o los “loosers”, la ropa que usan en una relación desigual de poder físico o psicológico, usar anteojos, haciendo sobresalir cualidades o rasgos ante los ojos del grupo acosador por una diferencia que no se tolera.
De esta manera, se intenta hacer sufrir al otro, disminuir su autoestima, no respetando las pequeñas diferencias con sus pares, desestabilizándolo, desdibujando su identidad, el pensamiento y la forma de actuar. Son personas que no poseen sentimientos de culpa ni resentimiento y son maestros en hacérselo sentir proyectando la angustia a los demás.

El agredido ante el pánico de verse segregado de ese espacio compartido (pandilla, grupo, equipo, etc.) y de los beneficios de identidad que conlleva, hace que el sujeto se adapte en su definición por temor a ser rechazado, excluído, o peor aún, agredido.

¿Cuáles son las causas que lo producen?

Las causas del bullyng debemos buscarlos en el agresor. Generalmente son individuos inseguros, con ciertos complejos, baja tolerancia a la frustración y carencias afectivas lo que determina la necesidad de demostrar su poder y ser alguien, aunque sea por medio de conductas negativas. Sería una manera de depositar en el otro activamente todo lo sufrido pasivamente desde la infancia por otras personas que ejercieron sobre mí agresiones, sin la posibilidad de poder poner en palabras lo sentido por medio del lenguaje.
De esta manera, cuando alguien pega o dice algo sobre otro, ese otro está implicado en el Yo, puesto que éste se formó y se identificó de un otro. Al gozar atacando, se ataca y daña a esos objetos persecutorios de su Yo tratando de proyectarlos en el afuera.
Los acosados generalmente no informan acerca de esta intimidación a los adultos o lo hacen ya en situaciones límite de sufrimiento por miedo a las represalias, a la vergüenza de demostrar su debilidad. Pueden llegar a no querer ir al colegio o a su club para evitar el contacto social, decayendo notoriamente su rendimiento, ya que su atención en lugar de estar centrada en la tarea, se desvía hacia miradas y conductas evitativas ante cualquier signo de peligro.

Familiares, padres y sociedad son factores que contribuyen a que estos síntomas se acentúen. Para ello es necesario un seguimiento grupal, supervisiones en los recreos u horas de almuerzo, reuniones con padres y alumnos poniendo de manifiesto y discutiendo el tema en cuestión. Pueden darse lecturas de antemano a los participantes, para luego ser discutidos en la reunión con el propósito de formar una conciencia colectiva y un compromiso familiar e individual para erradicar el síntoma antes que se instale en la escuela o institución.



Julia Alvarez Iguña