Los adioses
La vida está continuamente llena de adioses, de despedidas. Dejan espacios abiertos, muchas veces dolorosos, recuerdos que impiden avanzar. Nuestro primer adiós se inicia con la despedida del vientre de nuestra madre. El adiós a los azules momentos de la infancia. El adiós cuando dejamos de ser niños y debemos enfrentar el mundo por nosotros mismos. El adiós a nuestro primer amor, el adiós a los hijos, el adiós a los padres.
Esas partidas son fundamentales para nuestro crecimiento, son parte de la vida. Crecemos en el dolor, o nos quedamos apegados a la misma pena. No podemos vivir atados a lo que fue. Guardar esos recuerdos muy dentro nuestro, y desapegarnos de las ataduras que nos ligan al pasado.
Es allí donde está la grandeza del ser, en desandar caminos, en abrir nuevas puertas para dar lugar a nuevas bienvenidas.
Julia Alvarez Iguña
La vida está continuamente llena de adioses, de despedidas. Dejan espacios abiertos, muchas veces dolorosos, recuerdos que impiden avanzar. Nuestro primer adiós se inicia con la despedida del vientre de nuestra madre. El adiós a los azules momentos de la infancia. El adiós cuando dejamos de ser niños y debemos enfrentar el mundo por nosotros mismos. El adiós a nuestro primer amor, el adiós a los hijos, el adiós a los padres.
Esas partidas son fundamentales para nuestro crecimiento, son parte de la vida. Crecemos en el dolor, o nos quedamos apegados a la misma pena. No podemos vivir atados a lo que fue. Guardar esos recuerdos muy dentro nuestro, y desapegarnos de las ataduras que nos ligan al pasado.
Es allí donde está la grandeza del ser, en desandar caminos, en abrir nuevas puertas para dar lugar a nuevas bienvenidas.
Julia Alvarez Iguña